jueves, 23 de mayo de 2013



TITULO: RUEQUITA EL ÁNGEL DE LOS NIÑOS ANGELITOS HUMANOS
(Registro de la Propiedad Intelectual 2013)

¡Hola pequeño angelito humano! ¿Cómo te llamas? Mi nombre es Ruequita y soy un angelito que anda jugando por el planeta tierra buscando nuevos y más amiguitos.
Me llaman Ruequita porque mi abuela Rueca anda hilando almas por el mundo, almas de adultos. Y… bueno! Yo hilo almitas de niños. Así que por eso me llaman Ruequita.
Mi abuela Rueca me contó que una mañana estaba sentada mirando el vapor que salía del mate mientras miraba distraída por la ventana.  El sol se asomaba sin fuerzas detrás de las nubes. Las copas de las cañas altas del jardín, estaban apretaditas entre ellas porque tenían frío. Y los álamos, esos señores árboles muyyyyy altossss, se sacudían vigorosos empujados por el viento de esa perezosa mañana.
Un auto se acababa de despertar en la calle y ronroneaba desperezándose lentamente hasta que arrancó tomando el camino del día.
Las nubes se habían corrido porque sabían que mi abuela Rueca extrañaba al sol, ya que era feliz cuando este le acariciaba con sus rayos el cuerpo y el alma.
Una gaviota solitaria cruzó delante de la ventana. Allá a lo lejos el mar iba y venía dejando que su sonido llegara hasta mi abuela Rueca, mientras apoyaba su espuma blanca en la arena mil veces por el humano caminada.
En el piso de arriba alguien corrió unas sillas ¡¡¡Praffff!!! ¡¡¡Prafff!!!¡Traaack! ¡Traaack! Y se escuchaba el canto de los utensilios en la cocina “Piripiri, piripiri”.
“SuammmmSuammmm” sonaban las olas.
Los pajaritos piaban llamando a la mañana que andaba desorientada.
De pronto…. ahí, al lado de la ventana de la Abuela Rueca aparecieron cuatro angelitos que se posaban sobre nubes, riéndose y empujándose juguetonamente unos a otros.
“Abuela Rueca, yo soy el ángel blanco” dijo un angelito rubio mientras uno amarillo le daba un codazo y lo corría para abarcar todo el escenario de la ventana: “Mírame abuela Rueca, yo soy el ángel asiático”.
El angelito de color negro se había enfurruñado poniendo trompita de enojo mientras decía:“Yo soy el ángel negro de los niñitos de color” Y enseguida desplegó una maravillosa sonrisa mostrando sus dientes blancos, muy blancos.
Y el cuarto angelito, tenía una pluma en su cabeza, los brazos cruzados sobre el pecho, la mirada seria esperando que sus amigos le dejaran hablar y expresó “Abuela Rueca: yo soy el ángel piel roja que acompaño a todos los niños indígenas que pueblan el planeta tierra”
Y mientras todos ellos bailaban alborozados sobre las nubes, divirtiéndose igual que los angelitos niños humanos, le dijeron a mi abuela “Hasta ti llegamos para ayudar a Ruequita y a ti con los niños humanos. Vinimos a decirles que todos somos hermanos, que los amamos y que les traemos muchos cuentos de amor y perdón para que les cuenten a los humanos adultos. Ellos se han olvidado de jugar la vida en la tierra y que se han tornado ¡tan serios y desesperanzados!. Avísale por favor a Ruequita que por aquí andamos”
Mientras ellos levantaban vuelo hacia nubes lejanas desde donde espiaban a todos los niños de la tierra, la Abuela escuchaba el “Guau Guau” de Falucho que ladraba enojado porque sus dueños lo habían dejado atado a una planta.
¿Sabes que me contó mi abuela? Que luego de esta visita inesperada, ella le echó agua al mate, dejó su birome en el cuaderno y se sintió entrar en un momento de “nadas”, todo paz y silencio, lo que le permitió… le permitió escuchar a su alma.
Bueno, el cuento de mi abuela Rueca me emocionó. Y pensé en tanto niños angelitos humanos que se han olvidado que nosotros existimos y estamos a su lado
¡¡¡HASTA LA PRÓXIMA!!!
Ruequita, el ángel de los niños angelitos humanos

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